A través del tiempo la trata de blancas o de personas ha evolucionado, pero un hecho como éste ha cambiado, o por lo menos la percepción del mismo.
La prostitución, uno de los oficios más antiguos del mundo, si bien actualmente no es bien visto, como desde tiempos inmemoriales, sigue existiendo, y este hecho como muchos otros suele causar enojo y frustración por su existencia, dada que la mayoría de las personas dedicadas a este “trabajo” son sometidas contra su voluntad, pero este hecho es algo inherente y conocido por la mayoría de la sociedad, la pregunta es ¿cómo hemos aprendido a vivir con ello?
Es de conocimiento también, que en la Ciudad de México exista un par de avenidas conocidas por su vida nocturna, como lo es Sullivan y Tlalpan, donde se pueden observar a mujeres que ofrecen este “servicio”, sin embargo, como es que una gran parte de la población local se ha acostumbrado a este hecho y que las autoridades lo hayan permitido, generando una pregunta ¿es un mal necesario?. Este tema entra en discusión y siempre será motivo de polémica dada la cultura machista que aún suele existir en la actualidad, pero a consideración ciudadana, a la mayoría le da igual, o por lo menos ya no es de extrañarse como antes, al presenciar está situación.
Tan es así, que en otros lugares como lo son Tenancingo en Tlaxcala, la forma de vida se ha malversado y ha hecho que esta situación sea algo de cierta manera aceptado, más por lo que te puede dar (beneficios económicos) que por los hechos sociales y personales que estos representan, como la aceptación y costumbre que a través de lo años pues convertirse un una cultura, atreviéndose a pensar que tal vez esto ya haya sucedido.
Pero ¿cómo ciudadanos realmente que pensamos? ¿simplemente da igual, no nos involucramos o es algo que no nos perjudica?, cómo muchos otros temas, este genera polémica, y cada quien tiene un punto de opinión diferente, el hecho es que pudiera pasarle a cualquier que le privaran de la libertad para explotarla sexualmente y el común denominador es que a ningún ciudadano le gustaría pasar por estos actos; es por ello que el consumo de este servicio hace ver que se necesita un producto, pero es cuando se hace notar que la vida humana no es un bien vendible, y pareciera que hoy en día la vida no tiene un valor mayor al que cada quien le pone monetaria mente.
Observando un poco lo anterior y como una opinión personal, que puede o no generar un gusto social, es que si bien esto sucederá como desde hace años, se deberían realizar las mejoras de protección para aquellas que por voluntad la ejercen (sumadas a las pocas o muchas acciones presentes) y evidenciar e investigar de manera eficaz a quienes por ambición obligan a otras a este tipo de actos violentos e inhumanos, que en ocasiones terminan con la vida de alguien.
A título personal, y conmemorando el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, evitemos “el consumo de personas”, nadie es un objeto de nadie y por necesidad y/o placer no deberían existir prácticas que a un tercero le dañen todos sus sentidos y sus esferas personales; como parte de una sociedad y como miembro de la misma, es triste ver lo atávico que podemos llegar ser y pensar que otro ser humano no es más que un objeto consumible, denota la tan arcaica vida que tenemos aún cuando somos seres “pensantes”. Crucemos el “no me afecta”, al “nos afecta a todo” y tomemos parte si bien no activa en la búsqueda de aquellos que privan a otros, o los engañan para estos fines, diciendo no a este tipo de hechos que perjudiquen la integridad de terceros.
“Las personas no son mercancía, no se compran, ni se venden”
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