Nuestra conducta tiene bases biológicas que nos influyen decisivamente, y estos factores biológicos son parte de un sistema complejo que conforma nuestra forma de ser. Los neurotransmisores (mensajeros) son sustancias químicas creadas por el cuerpo, y entre muchas otras cosas se encargan de transmitir la información de una neurona a otra a través de impulsos (sinapsis). Aunque algunos neurotransmisores suelen actuar como hormonas, a éstos se les denomina neurohormonas y estas viajan a través de la sangre directamente, a diferencia de los neurotransmisores que se vierten en la hendidura sináptica.
En la actualidad se conocen más de cien tipos de neurotransmisores lo cual no resulta extraño tomando en cuenta que en el cerebro se producen todo tipo de procesos mentales, que van desde la gestión de emociones hasta la planificación de estrategias no sin pasar por la realización de movimientos involuntarios y el lenguaje.
El uso de los diferentes tipos de neurotransmisores permite regular de muchos modos distintos la manera en la que se van activando unos u otros grupos de células nerviosas. Por ejemplo, en algunos momentos nuestro cuerpo requiere que los niveles de serotonina disminuya y los de dopamina aumente, y eso indudablemente tendrá una consecuencia determinada en lo que ocurra en nuestra mente. Así, la existencia de la gran variedad de neurotransmisores permite hacer que el sistema nervioso cuente con una amplia gama de comportamientos, lo cual es necesario para adaptarse a un entorno que cambia constantemente. A continuación observamos la descripción de forma breve los neurotransmisores más citados y con los que quizá pueda existir cierta confusión.
Serotonina: La Hormona de la felicidad
Este neurotransmisor es sintetizado a partir del triptófano (constituyente esencial de las proteínas), un aminoácido que no es fabricado por el cuerpo, por lo que debe ser aportado a través de la dieta como carne blanca, huevo, lácteo, chocolate negro, frutos y semillas secas, plátano, cereza etc. Esta ampliamente ligado a las emociones y al estado de ánimo, sin embargo también cuenta con una función especial en cuanto a la regulación del sueño y el apetito causando la sensación de saciedad, su trabajo también consiste en regular la temperatura corporal y el apetito sexual. A diferencia de la dopamina esta hormona no causa adicción y nos crea un efecto de felicidad a largo plazo y nos incita a compartir.
Dopamina: Hormona del placer.
Esta sustancia es producida por diferentes partes de cuerpo, sin embargo su principal producción se encuentra en el hipotálamo y la sustancia negra (zona del mesencéfalo), y esta es modulada por la serotonina. Entre las funciones más conocidas de la dopamina encontramos: Aumento de la frecuencia y presión cardíaca, la atención y actividad motora, y por supuesto es la encargada de hacernos sentir placer, sin embargo es adictiva y la sensación de bienestar se refleja a corto plazo, como en disfrutar un helado o una película, y bueno, el cuerpo siempre quiere más. En el lóbulo frontal regula funciones como la memoria (hipocampo), la atención y la solución de problemas, así como la regulación del aprendizaje, concretamente el aprendizaje por condicionamiento. Las neuronas dopaminérgicas responden cuando se les presenta una recompensa inesperada, cuando la recompensa esperada se omite las neuronas se deprimen.
Se considera a la dopamina el centro del placer, ya que regula la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o placer. Se libera tanto con estímulos agradable como con desagradables, haciendo que nos aproximemos o conseguir más o que los evitemos si el resultado es desagradable. Un nivel bajo de dopamina se asocia con problemas de socialización (por ejemplo ansiedad social), apatía, anhedonia, mientras que un nivel alto se asocia a la hiperactivación, hipersexualidad, hipersocialización. Los trastornos frecuentemente asociados a la dopamina son la esquizofrenia y el parkinson.
Endorfina: La hormona del positivismo.
La relación entre las endorfinas y el "buen rollo" que provocan se debe a que las endorfinas son neurotransmisores opiáceos. Su efecto es similar al del opio, la droga que se puede obtener a partir de la amapola, y también relacionada con la morfina y la heroína (a diferencia de estos no causa adicción). Estos neurotransmisores se generan comúnmente con la práctica sexual, reír, incluso al comer chocolate o picante, aunque la forma de obtener un “shot” de esta sustancia es mediante una situación de estrés y dolor, por ejemplo si alguna vez decides caminar sobre unas brasas ardientes, como es tradición en algunas zonas, las sensaciones que experimentarás al superar la prueba serán agradables, ya que has sometido a tu cuerpo a dos de los factores más efectivos a la hora de liberar esta sustancia: estrés y dolor.
La función de esta sustancia es estimular las partes del cerebro donde se generan las emociones placenteras, las endorfinas funcionan como un analgésico natural al mitigar la sensación de dolor, cuando nos damos un golpe sentimos dolor en el momento mismo, pero al cabo de unos segundos generalmente éste desaparece o se atenúa, podemos decir que el cuerpo ha reaccionado al dolor sintetizando las endorfinas necesarias para atenuarlo y las zonas implicadas en la liberación de endorfinas son el encéfalo y mesencéfalo.
En ocasiones se pueden experimentar desórdenes relacionados con niveles no adecuados de estas hormonas, estas irregularidades pueden producir enfermedades mentales como un desorden obsesivo-compulsivo. Por ejemplo, cuando decides lavarte las manos lo harás hasta que el nivel adecuado de endorfinas te indique que has realizado la tarea de manera satisfactoria. Si experimentas un desorden y no alcanzas el nivel adecuado de esta hormona, seguirás lavándote las manos de una manera que se podría considerar obsesiva.
Oxitocina:
La oxitocina es un neuropéptido formado por una cadena de nueve aminoácidos que desempeña un papel vital en la salud y el bienestar, incluso antes del nacimiento. Se produce principalmente en el hipotálamo, y desde ahí es conducida por una proteína al lóbulo posterior de la hipófisis a través de las fibras nerviosas. De la hipófisis es liberada al torrente sanguíneo para alcanzar los diferentes órganos.
La oxitocina interviene en determinados procesos fisiológicos, activando comportamientos a nivel mecánico en órganos específicos como el útero y las mamas tiene la propiedad de provocar contracciones uterinas y estimular la subida de la leche; también se prepara farmacológicamente para ser administrada por inyección intramuscular o intravenosa con el fin de inducir el parto, pero también influye en el comportamiento por su acción en determinadas áreas del cerebro, esta sustancia química clave en nuestras decisiones sobre interacciones sociales (con conductas prosociales como la generosidad, la empatía o el altruismo) y reacciones ante parejas románticas.
Así también Cuando estamos enamorados y sentimos esa pasión más intensa, caótica y casi obsesiva, la oxitocina actúa como gran desinhibidor. Los científicos dicen que lo que provoca esta hormona en nuestros circuitos neuronales es similar a que provoca el alcohol en nuestro organismo.
La oxitocina nos anima a arriesgarnos, a confiar en nosotros mismos y a no ver los posibles peligros o implicaciones que puede tener esa relación, aunque sea dañina, aunque sea tóxica. No falta quien reconoce en este efecto un lado quizá algo “oscuro” en la oxitocina, pero aun así da forma a un matiz aún más fascinante.
Así que como observamos es importante balancear nuestra dieta con alimentos que nos ayuden a nivelar las hormonas más importantes con respecto a nuestro estado de ánimo.
Calixto E. (2018) Amor y desamor en el cerebro.
Editorial Águilar.
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