Como sabemos, la familia es un grupo de personas conformado por una pareja, ascendentes, descendientes y demás personas vinculadas por un parentesco de sangre o legal, las cuales, se ubican dentro de un determinado espacio geográfico denominado "hogar".
El papel de la familia es fundamental dentro de la formación de la persona, debido a que es el primer ambiente social del hombre, de ella aprendemos a cómo desarrollarnos y comportarnos dentro de la sociedad. Siendo así una importante institución de control social y entre mejor organizada se encuentre esta la efectividad de dicho control será mayor y más eficiente.
Ahora bien, ¿cómo podemos definir a un hogar roto? De acuerdo con lo anterior, un hogar roto es aquel donde la familia ha sufrido una ruptura bastante importante y que puede afectar a uno o más integrantes de dicho núcleo social. Entre lo que se encuentran principalmente:
Los divorcios o separaciones.
La muerte de un familiar.
Que un integrante de la familia se encuentre dentro de un CERESO.
Pero, ¿en qué momento esto toma relevancia dentro del aspecto de la criminología? Para ello, primeramente, debemos de entender que debe de existir una carga tanto afectiva, emotiva y sentimental relevante entre las personas que han sido separadas. Ejemplo: la abuelita de "X" fallece, pero su relación era bastante alejada, no existía comunicación y por ende tampoco un intercambio muy marcado de afecto, emociones o sentimientos, lo único existente era el reconocimiento de ese lazo familiar, por lo tanto "X" no resentirá dicha ruptura, no le afectará o modificará su comportamiento ni personalidad.
Ahora digamos que la abuelita de "Y" fallece, pero aquí "Y" posee un lazo extremadamente intimo con ella, pues desde chico ella se responsabilizo de él, lo que, al morir dicha persona, sí afectara de mayor manera a "Y".
Algo que se debe tomar en cuenta es que dicha afectación dependerá de diversos factores como: la edad de la persona, el contexto donde se desenvuelve, el momento en el cual se da la situación, etc.
Sin embargo, en este caso nos enfocaremos en el suceso de estas rupturas durante la adolescencia, debido a que en esta etapa se suscitan diversos cambios que afectan tanto a nivel físico, biológico y mental, complicando aún más este proceso y llevando al adolescente a optar por soluciones poco idóneas que es donde entra el papel del criminólogo.
Los divorcios o separaciones: En la actualidad se ha notado que este tipo de situaciones ha aumentado progresivamente, cada vez son más aquellas parejas que deciden romper su compromiso ( legal, religioso o en unión libre), lo cual es aceptable pues a veces el mantener una relación cuando ya ninguno de los dos esta cómodo puede incluso traer mayores problemáticas, pero la situación aquí es cuando existen hijos de por medio, pues en muchas ocasiones ellos suelen ser los más ignorados dentro de dicho proceso, olvidándose los padres de que la separación es con su pareja no con los hijos, lo cual deben de tener claro, en lugar de incitarlos a odiar o introyectando en el ideas erróneas sobre su padre o madre, provocando que el prefiera alejarse, pues, ya no se sentirá parte de ese entorno. Y en estos casos lo único que lograran, especialmente, en el hijo adolescente es que opte por buscar un nuevo núcleo o nuevas medidas para compensar esa necesidad de seguridad y pertenencia recurriendo a la incorporación en pandillas, a la comisión de conductas antisociales o al aislamiento social, además es muy usual que durante este tipo de procesos los padres se encuentren ausentes lo cual hace que no se les pongan limites en su comportamiento.
La muerte de un familiar: la etapa de duelo es un proceso bastante complejo para la mayoría de personas, y esto se complica cuando sucede en la adolescencia, pues aquí nos encontramos formando nuestra personalidad y un suceso de esa magnitud puede tirar todo lo que ya se encontraba cimentando llevando al adolescente a una etapa de plena rebeldía y no solo eso, si no que en ocasiones, cuando, la muerte llega a ser dentro de los padres el hijo mayor debe de abandonar los estudios para responsabilizarse de los gastos del hogar adelantando así su proceso de desarrollo creciendo con cierto grado de frustración , y tampoco hay que olvidar que el adolescente no siempre opta por la rebeldía o violencia si no que también puede recurrir a la depresión y a comportamientos asociales, haciendo escasas sus relaciones interpersonales.
Integrante de la familia se encuentre dentro de un CERESO; Esta forma de ruptura dentro de un hogar es bastante difícil para el adolescente pues dentro de él se genera un estado de frustración al no poder resolver el problema, además de que surge un resentimiento y un incremento en los niveles de agresividad o violencia al ser víctima de constante acoso o señalamiento por parte de la sociedad, llevándolo así a refugiarse dentro de grupos que lo entiendan y acepten, los cuales usualmente son delictivos.
La adolescencia es un proceso completamente difícil de llevar y en los casos donde pertenecen a hogares rotos, los hace más vulnerables de cometer conductas antisociales ,suicidas o delictivas, generando así un daño en la sociedad, sin embargo no todo es malo, pues puede solucionarse llevando un buen proceso en estas rupturas, ya que, a pesar de la complejidad de esta etapa, los adolescentes pueden aprender a adaptarse y a continuar una vida sin afectaciones en su personalidad o desarrollo, evitando así que los que ahora son las víctimas, en un futuro tomen el papel de victimarios.
Quizás los puntos retomados fueron de manera muy general, pero nos brinda una idea de que, en la actualidad, los hogares rotos son una realidad que ya nos está rebasando y si se continúa ignorando traerá mayores afectaciones sociales.
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