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Pedofilia no es pederastia

Actualizado: 19 ene 2020

El abuso sexual infantil es un delito con graves repercusiones en el desarrollo psicológico, social y emocional de las víctimas. Sin embargo, vale la pena aclarar que pedófilo no es sinónimo de pederasta, no obstante existe cierta confusión al respecto pues ambos se emplean para referirse a quienes realizan actos de índole sexual con menores, y aunque profundamente vinculados, ambos conceptos no se refieren exactamente a lo mismo.

En el caso de pedofilia, el objeto de deseo o lo que provoca la atracción sexual son niños, niñas o pre púberes. Para su diagnóstico es necesario que el sujeto sea mayor de dieciséis años de edad y que la víctima sea al menos cinco años menor.

Por norma general el pedófilo buscará el contacto con su objeto de deseo, recurriendo con frecuencia a imágenes de menores y autoestimulándose en base a sus fantasías, pero no buscará el contacto sexual. La ley restringe la posesión de imágenes con contenido pornográfico, pero no las fantasías sexuales con menores

En lo que respecta a la pederastia, son considerados como tal las personas que tienen fantasías sexuales con menores y las llevan a cabo. Dentro de este abuso entra toda aquella conducta en que el menor es usado como objeto sexual por un individuo con el que existe una relación de desigualdad en lo referente a edad, poder o madurez, y es una práctica delictiva penada por ley.

En ambos casos se está hablando de la presencia de una vinculación ilícita entre un adulto y un menor, existiendo una atracción de tipo romántico o sexual de parte del primero hacia el segundo. Esta atracción se da de manera continua en el tiempo, persistiendo durante al menos seis meses. La principal diferencia está en el hecho de que la atracción sexual se concrete o no en una acción.

Actualmente una gran parte de pedófilos defienden su parafilia a través de movimientos, pues aseguran que es parte de su sexualidad y critican a aquellos que ven con desprecio y temor su gusto por niños y adolescentes. Incluso, el 14 de febrero de 2011 durante una sesión del parlamento canadiense, los doctores en psicología Vernon Quinsey y Hubert Van Gijseghem, afirmaron que la pedofilia es una “orientación sexual” comparable a la homosexualidad o heterosexualidad, “Los pedófilos no son simplemente personas que cada tanto cometen un delito puntual, sino que más bien están aferrándose a lo que es equivalente a una orientación sexual, así como otro individuo puede estar aferrándose a la heterosexualidad o inclusive a la homosexualidad”, enfatizó Van Gijseghem. Por otro lado, Quinsey afirmo que “no hay evidencia que esta especie de preferencia pueda ser cambiada a través de un tratamiento o a través de alguna otra cosa”.

El diputado de Quebec afirmó: “En mi opinión, la sociedad y nadie en esta comisión aceptará la pedofilia, aunque sea una orientación sexual. Recuerdo un periodo, no demasiado tiempo atrás, en que la homosexualidad era tratada como una enfermedad. Ahora es aceptada, la sociedad la ha aceptado… No puedo imaginar que la pedofilia sea aceptada.

Indudablemente es un tema de debate, pues la interrogante está presente; las personas con esta parafilia, ¿nacen o se hacen? Estos sujetos ¿deben tratarse como enfermos o realmente tiene derecho a defender “amor” por los niños? tal como la homosexualidad. Lo indudablemente cierto, es la imperante necesidad de implementación de programas en los diferentes órganos, con el fin de llevar a cabo la detección temprana de personas que podrían representar un riesgo para los niños, esto podría significar la salvaguarda de la integridad física, psicológica y social de niños en condición vulnerable.

Así pues, no todos los pedófilos son pederastas, ni todos los pederastas son pedófilos, ya que es posible encontrar casos de abuso sexual a menores sin que éstos sean objeto de preferencia sexual por parte del victimario.

Lo verdaderamente imperante es extremar precauciones, prevenir y permanecer alerta ante cualquier señal de abuso infantil, no vale únicamente cuidar a los propios, sino de todos los que nos rodean, los niños no solo son nuestro futuro, son nuestro presente.


Echeburúa, E. y Guerricaechevarría, C. (2005). Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un enfoque clínico. 2ª edición. Ariel, Barcelona.

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